¿Estás en duelo? Déjate querer

Dice la Ley de Hansel: Entre más próximo al tiempo del evento más efectivo te va resultar el permitirse acompañamiento y orientación, en palabras sencillas en cuánto más rápido busques y aceptes ayuda en el cómo llevar tu duelo de la forma más saludable posible, más rápido vas a encontrar la reconciliación y trascendencia que te deja la vivencia del proceso de dolor emocional.​

Permitirse acompañamiento profesional proporciona al doliente o duelista, recursos y herramientas que le permiten hacer más fácil y ligero el camino. El duelo es un proceso de aprendizaje que va a durar lo que dure, de acuerdo con la disposición y compromiso para cumplir con las tareas que se proponen.​

Adaptarse a la pérdida tiene que ver con trabajar en cada una de las dimensiones del ser humano, a nivel cognitivo, físico, emocional, mental, espiritual, no estamos educados para saber como hacerlo, se ocupa aprender.​

El duelo es un proceso, no es una enfermedad, sin embargo, no trabajar el duelo si nos puede llevar a enfermar. Las emociones atrapadas, enquistadas, detenidas, congeladas, se convierten en disparadores que somatizan y es una realidad que cuando la boca calla el cuerpo habla.​

Permitirse el apoyo y la compañía es desafiante de principio, puesto que quizá somos unos perfectos desconocidos para nosotros mismos, seguimos la ruta propuesta y poco a poco, paso a paso, entendemos que estaremos junto a nosotros mismos hasta el último día de nuestras vidas, llevando en nuestro corazón a quienes se nos adelantaron en el camino, con la alegría de haber hecho parte de sus vidas.​

La tecnología además, nos ofrece la facilidad de las sesiones en línea, basta una video llamada para conectarnos y ayudarnos. Es un apoyo inmediato que puede actuar como un puente en periodos críticos, útil para informarse, permitirse contención, llevar ejercicios de liberación emocional, no hay excusa para no hacerlo y permitirse complicar el duelo. ​

Otro gran recurso es hacer parte de un grupo de apoyo mutuo, espacio para la escucha sin juicios, para la contención emocional, para la comprensión de que lo que se está viviendo también le pasa a otras personas, los grupos hoy los encontramos tanto presenciales como virtuales.​

Y para quien brinda la ayuda, recordar que: Dar una mano a alguien es mucho más que hacer un favor. Es dar una parte tuya, es darte a ti mismo. Dar la mano es aferrarte y aferrar al otro. Las manos nos unen, nos suman, cuando damos la mano dejamos de ser yo para ser NOSOTROS​

 

Yaneth Rubio Pinilla​

Psicóloga – Tanatóloga​